sábado, 12 de enero de 2013

Estrenos 2012 - En la Casa, François Ozon








Título original: Dans la Maisôn
Año: 2012
Duración: 105 min.
País: Francia
Director: François Ozon
Guión: François Ozon (Obra: Juan Mayorga)
Música: Philippe Rombi
Fotografía: Jérôme Alméras
Reparto: Fabrice Luchini, Ernst Umhauer, Kristin Scott Thomas, Emmanuelle Seigner, Diana Stewart, Denis Ménochet, Jean-François Balmer, Fabrice Colson, Bastien Ughetto, Stéphanie Campion
Productora: Mandarin Cinéma





El cine francés está de moda en 2012, primero fue Intocable, después vino la comedio El Nombre, poco más tarde Holy Motors arrasó en Sitges y, por último, En la casa (Das la Mâison, 2012) ganó en San Sebastián y Toronto.
La primera escena de En la casa (Das la Mâison, 2012), genialmente concebida, nos hace pensar que estamos ante un instituto cualquiera de una ciudad cualquiera con unos alumnos cualesquiera, con lo que el autor parece querer decir que el contenido de la película se podría extrapolar fácilmente a otras situaciones, a otros personajes, a otras inquietudes.

Germain, un novelista frustrado que ejerce de profesor de literatura en un instituto, está harto de la mediocridad que desprenden sus alumnos (cultura de “pizzas y móviles”), los cuales no muestran ningún interés hacia su asignatura, ni hacia ningún tipo de inquietud en general. Todos excepto un alumno, Claude García, que despierta su curiosidad con intrigantes relatos sobre las incursiones en la casa de un compañero de clase (Rapha) y su familia de clase media aburguesada. El profesor recobra la ilusión por la enseñanza y se empeña en enseñar a Claude todo lo que sabe sobre la composición de un buen relato. El problema vendrá cuando Claude fuerce demasiado la situación en casa de su amigo Rapha para indagar en los personajes de sus relatos, mientras que Germain se va enganchando cada vez más a la necesidad de saber lo que ocurre dentro de la casa.




A veces cómica, a veces turbadora, a veces sensual, la película mezcla de forma muy inteligente la realidad con la ficción, confundiéndola de manera constante durante toda la película. Ya nos avisa Ozon en un plano en el que el profesor y su mujer van al cine, donde da la sensación de que los espectadores son la película que se proyecta y al revés, poniendo de manifiesto que el cine crea una falsa realidad, una ilusión, no una realidad transcendente.

La parte cómica corresponde a una crítica al papanatismo en el arte y, por extensión, al acercamiento banal al arte contemporáneo que se le da en el cine actual. Los diálogos a este respecto, podrían haber sido pensados por el mismo Woody Allen, ya que rebosan buen humor, inteligencia e ironía a partes iguales (fantástico el momento en el que nos presentan la obra de un pintor que no pinta sino que describe sus cuadros). Existe también, ya dentro de la casa y dentro de los relatos de Claude, una reflexión sobre la sociedad burguesa, mediocre, que pasan por sus vidas vacías de puntillas, carentes de algún tipo de interés (el olor de la clase media)y con la necesidad de aparentar ante la sociedad.

La parte turbadora viene del voyerismo al que incita la película, la necesidad de saber qué pasa dentro de la casa, de llevar a sus inquilinos al límite, de inmiscuirse en sus vidas…Germain, su mujer y, por supuesto, los espectadores quedan atrapados por esa necesidad de saber, de escapar de la realidad mediante el conocimiento de las vidas ajenas. Ozon expone provoca un irrefrenable deseo de saber qué pasa en la historia y sus protagonistas, convirtiéndolos en personajes de ficción dentro de una realidad (la del chico y el profesor). Todo esto visto desde los ojos de Claude, mientras su voz (en off) narra los diferentes relatos, con lo que no sabemos en ningún momento si lo que está pasando es real o no.

Por último, el tercer ingrediente de este sabroso cocktail, es la sensualidad que desprende la película en algunas escenas realmente mágicas. Claude, en su deseo de explorar al límite los personajes, acaba sintiendo deseos sexuales hacia la madre de Rapha, probablemente motivados por su obsesión por el personaje creado, más que por impulsos reales (un juego más entre la realidad y ficción), lo que desencadena una serie de desencuentros a un lado y otro de la casa (sin saber a ciencia cierta qué sucede en el plano real y qué en el imaginario). La sensualidad, incluso sexualidad, que arrojan algunas tomas es fantástica, jugando con el espectador, seduciéndolo, pervirtiéndolo y manipulándolo.









En la parte técnica, la cámara da la sensación de estar siempre donde debe estar, planos que muestran exactamente lo que debemos de ver y que dejan intuir lo que pasa fuera de ellos. Los actores, especialmente Fabrice Luchini en el papel del profesor, están muy bien dejando la sensación de que son los perfectos para cada papel. Destacar también la banda sonora de Phillipe Rombi, que forma una perfecta sintonía con la película, funcionando perfectamente como elemento narrativo y encajando como un guante en cada escena. 

En resumen, un genial juego entre la historia que narra la película (el alumno y el profesor) mezclada con la ficción (supuesta) de los relatos de Claude. Una película en la que todos los elementos están mezclados de una forma ingeniosa e inteligente, sin despreciar al espectador, y donde el final de la película es un universo abierto, donde también se dan cabida las interpretaciones personales. Ya lo dice Claude en la última escena, en un sabroso guiño a La Ventana Indiscreta de Hitchcock, donde profesor y alumno inventan una historia sobre dos personas que discuten en un balcón (“¿por qué tienen que ser gemelas?, hagamos la historia más interesante”)…todo es susceptible de ser cambiado por el bien de la historia, con el propósito de hacerla más interesante para el espectador. 

Una película de esas que duermen varias noches contigo, en la que se anima al espectador a sacar sus propias teorías y conclusiones y que hace necesario más de un visionado para apreciar todos los detalles.

Nota VOSP: 8,1

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