lunes, 22 de agosto de 2016

Nubes cotidianas, 5: Callejón sin salida (Kagirinaki hodo, 1934)


(por Mario Iglesias)

Llegamos al final de la época muda en la larga y fecunda carrera de Mikio Naruse con Callejón sin salida, realizada en un año insólitamente poco prolífico en su filmografía, el de 1934, en el que solo tenemos noticia de esta película, frente a las diez que se reparten simétricamente entre 1933 y 1935. El progresivo giro hacia una narración más calmada y hacia la atenuación de los sobresaltos de cámara se confirma en este nuevo largometraje, en el que también hay una cierta moderación argumental y desaparecen la prostitución y los peligros de muerte en los que se había recreado en las cuatro películas antecedentes de este ciclo.

Aun así, Naruse no puede evitar incluir un atropello en la trama principal y aunque se trate de un atropello rodado con menos aparatosidad que en sus anteriores películas y la protagonista, Sugiko, consiga una rápida recuperación, debemos resaltar la maestría de la secuencia, en la que utiliza planos muy cortos y culmina con el primer plano de un solitario bolso tirado en el asfalto. 


jueves, 4 de agosto de 2016

Nubes cotidianas, 4. Sueños cotidianos (Yogoto no yume, 1933)





En el momento de filmar Sueños Cotidianos, Mikio Naruse llevaba ya tres años haciendo películas y, con casi una veintena de títulos a sus espaldas se puede apreciar una evolución, no ya solo de sus tramas principales, sino también de su estilo, cada vez más depurado, recurriendo cada vez en menos ocasiones a los montajes frenéticos característicos de sus primeras obras. No obstante, en esta película aún se pueden observar los intensos movimientos de cámara en las escenas de mayor dramatismo o algunos close-ups innecesarios que resaltan la expresividad de sus personajes.

Sueños cotidianos presenta un tono decididamente más profundo que sus películas anteriores. En ella se narra la historia de Omitsu (Sumiko Kurishima), una madre soltera que trabaja como geisha en un puerto para poder mantener a su hijo Fumio (Teruko Kojima). Cuando su marido (Tatsuo Saito) vuelve tres años después de que los abandonó, amenaza con romper el equilibrio que Omitsu ha creado. Estamos en el Japón de la Gran Depresión, donde los efectos del desempleo se hacen más presentes, una situación que obliga a Omitsu a mantener su odiada profesión, con las esperanzas puestas en el futuro de su hijo.