lunes, 1 de julio de 2013

Antes del anochecer (Before Midnight, Richard Linklater, 2013)




Título original: Before Midnight | Año: 2013 | Duración: 108 min. | País: Estados Unidos | Director: Richard Linklater | Guión: Richard Linklater, Julie Delpy, Ethan Hawke | Música: Graham Reynolds | Fotografía: Christos Voudouris | Reparto: Julie Delpy, Ethan Hawke, Seamus Davey-Fitzpatrick, Jennifer Prior, Charlotte Prior, Xenia Kalogeropoulou, Walter Lassally, Ariane Labed, Yannis Papadopoulos, Athina Rachel Tsangari, Panos Koronis | Productora: Sony Pictures Classic / Castle Rock Entertainment



La autenticidad filmada a tiempo real 

by Daniel Reigosa


Richard Linklater es un director de difícil catalogación. Capaz de filmar películas tan interesantes como Movida del 76 (Dazed and Confused, 1993) o la original (aunque cansina) A Skanner Darkly: Una mirada a la oscuridad (A Skanner Darkly, 2006), entre largometrajes con una clara vocación comercial como Escuela de Rock (School of Rock, 2003), mientras el director también encuentra tiempo para filmar una trilogía sobre un concepto tan universal como el amor, de la mejor manera posible. 

Antes del amanecer (Before Sunrise, 1995) nos mostró el primer encuentro entre Jesse (Ethan Hawke) y Céline (Julie Delpy) en un tren -símbolo de lo pasajero, de aprovechar las oportunidades- y de cómo pasaron la noche juntos a la espera de una despedida que sonó a definitiva. Nueve años más tarde los protagonistas vuelven a converger en Antes del atardecer (Before Sunset, 2004), esta vez en un fugaz encuentro (hora y media a tiempo real en la película) que pareció ser definitivo. La tercera entrega de esta apasionada trilogía supone un brillante conclusión, totalmente necesaria, en la que se explica la cara más amarga de la pasión: la rutina y sus efectos devastadores.

Si la primera entrega situaba a sus personajes en la romántica Viena en lo que a posteriori significó el inicio de su relación, en la siguiente la ciudad escogida para un segundo (y definitivo) encuentro fue París -la tan veces denominada "ciudad del amor"-, con lo que tiene mucho sentido que la tercera entrega (Before Midnight, 2013) discurra en la antigua Grecia, cuyas ruinas que han soportado el paso de la humanidad desde tiempos inmemoriales. Grecia simboliza como ninguna otra ciudad el desgaste de lo construido, de lo que una vez fue eterno, en este caso concreto el desgaste del amor provocado por el paso del tiempo -es simbólica la escena en que Jesse y Céline divisan desde el coche las ruinas que ansiaba ver su hija y deciden volver en otra ocasión, como queriendo aplazar un problema del que aún no eran conscientes-.

Linklater, como es habitual en cada entrega, utiliza en su narración un ingenioso guión cargado de frescos e ingeniosos diálogos, así como meticulosos largos planos secuencia tanto con cámara fija, utilizada en secuencias en las que los protagonistas se desplazan (autobús, barco, coche), como con un ligero travelling cuando la pareja pasea, acompañándolos en su viaje. El director, a través de estas dos herramientas principales (diálogos y planos secuencia) disecciona numerosos temas de actualidad, aparte de definir de manera precisa los rasgos de personalidad de los dos amantes.

Antes del anochecer respeta el paso del tiempo real entre los actores (al igual que Antes del atardecer) en clara coherencia con la ponderación de la constante tiempo en cada entrega. En cada película podemos ver cómo evolucionan los personajes tanto a nivel físico, como intelectual, cómo pasan de la ingenuidad de la primera entrega a la madurez de la última. Precisamente en esta última entrega el amor empieza a resquebrajarse, muestra la fragilidad propia del paso de los años, aderezada por la aparición de la rutina -que es una bomba cargada que espera al momento menos indicado para ser explotada- y los fantasmas del matrimonio anterior de Jesse.

La película cuenta con tres partes bien diferenciadas aunque prácticamente continuas en el tiempo. La primera nos revela el misterioso final de la segunda parte, nos posiciona en la situación actual de los personajes a través de un espléndido plano secuencia de más de diez minutos en el coche, tras dejar al hijo de Jesse en el aeropuerto, hasta la mansión de unos amigos en el sur del Peloponeso. La segunda parte, que consta de más planos, transcurre en la enorme casa, en la que el anfitrión y varios amigos matienen conversaciones trascendentales sobre sexo, amor o política mientras disfrutan de la gastronomía griega. En la tercera, un relajado paseo de la pareja protagonista en el que reviven escenas del pasado y cuyos diálogos ayudan al espectador a comprender a los personajes (en otro larguísimo en interesante plano secuencia) hacia un hotel donde pasaran la noche, acaba convirtiéndose en una catársis de sentimientos, donde los reproches, el desgaste de la vida diaria en común, las frustraciones y desengaños se convierten en aliados del grito y la pérdida de respeto. Se trata de una última parte totalmente ensordecedora, en un tranquilo pero constante in crescendo, que se convierte en uno de los relatos más certeros sobre la vida en pareja jamás rodados.

Sólo queda hablar de los actores, fantásticos en sus respectivos papeles, donde Ethan Hawke raya a la altura de una Julie Delpy siempre superior en anteriores entregas. Además, los interpretes repiten colaboración en el guión, lo que demuestra la implicación de éstos con sus respectivos papeles.

Probablemente la mejor historia de amor en el cine de los últimos tiempos, en la que cada breve historia sólo es entendida en su totalidad gracias a la siguiente y en la que se define el instante en la vida de una persona como una perfecta y detallada explicación del propio ser completo. Desconozco si habrá nueva entrega dentro de nueve años, pero la trilogía en la actualidad funciona de una manera precisa como pocas historias de la gran pantalla.