La necesidad de pertenencia a un grupo by Daniel Reigosa
Duración: 137 min.
País: Estados Unidos
Director: Paul
Thomas Anderson
Guión: Paul
Thomas Anderson
Música: Jonny
Greenwood
Fotografía: Mihai
Malaimare Jr.
Reparto: Joaquin
Phoenix, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams, Laura Dern, Kevin J. O'Connor, Rami
Malek, Jesse Plemons, Fiona Dourif, David Warshofsky, Lena Endre
Cine prácticamente vacío para uno de los estrenos de año. Esta
claro que nos encontramos ante una de esas películas que no consiguen unificar la
opinión de crítica y público (ni lo pretenden). Pasa con ciertos directores con
talento, arriesgados y con ansias de renovación del lenguaje cinematográfico.
Un ejemplo claro es Terrence Malick y su película “El Árbol de la Vida”. Otro claro
ejemplo, sin duda, es el director Paul Thomas Anderson.
La expectación por ver esta película del director de las
excelentes Pozos de Ambición (There Will Be Blood, 2008), Magnolia (1999) o
Boogie Nights (1997) era muy alta y, en mi caso concreto, no ha defraudado. P.T.
Anderson ha madurado su lenguaje en este film, realizando una profunda
introspección de los estados mentales de sus personajes y exprimiéndolos hasta
el agotamiento. Lenguaje visual duro, profundo, preocupado por el entorno
social en que viven sus personajes y alejado de las corrientes más comerciales
y aceptadas en el panorama visual americano. Se trata de una cinta extraña, cuanto
menos, no apta para todos lo públicos por su peculiar rodaje y narrativa, en la
que el tema principal, aparte de exponer la historia del fundador de la
Cienciología, gira en torno a fragilidad del ser humano, las obsesiones y la
necesidad de pertenencia a un grupo.

La Cienciología es tan sólo el vehículo para narrar
realidades mucho más generalistas, como cualquier tipo de religión o sistema
socio-político. Al más puro estilo Buñuel, Anderson en esta película expone a
sus personajes a creencias y situaciones surrealistas y absurdas, atendiendo
más a la defensa pasional e irracional de estas que a la explicación racional
de las mismas (como ocurre con la religión, la política o las modas en general).
La citación a Buñuel no es casual, ya que se pueden encontrar en el film claras
similitudes con películas como El Ángel Exterminador (1962), Simón del Desierto
(1965) o la etapa surrealista/absurda francesa de mediados de los setenta. Anderson también utiliza técnicas
narrativas del cine mudo de los años 20, enfatizando el lenguaje corporal y la
expresión facial, consiguiendo imágenes de una notable potencia visual.

Al salir del cine pude escuchar comentarios de gente
indignada y perpleja por lo que había visto. Confirmado, P.T. Anderson no es un
director convencional, igual pretendía generar en el espectador la sensación
que provoca Dodd en Quell, o que nos planteemos el tipo de decisiones que
estamos obligados a tomar.
Película excepcional, no apta para todos los públicos, de la
que estoy prácticamente seguro que no triunfará en la gala de los Oscars, que
no suele premiar este tipo de filmes pesimistas, desprovistos de un envoltorio
comercial y exponentes de la fragilidad del ser humano en general,
norteamericano en particular. Referencias al mejor cine de Buñuel, al cine mudo
y con imágenes potentes acompañadas de una banda sonora ”enferma”. Un verdadero
placer visual. Y para muestra un botón, la fascinante escena del interrogatorio
de iniciación a la que somete Dodd a su nuevo pupilo “No parpadees!”.
Nota VOSP: 8,7 / 10
Nota VOSP: 8,7 / 10
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