viernes, 17 de enero de 2014

The Grandmaster (Yut doi jung si, Wong Kar-wai, 2013)


 A vueltas con la memoria y las grietas del pasado            by Daniel Reigosa



Título original: Yut doi jung si (Yi dai zong shi) (Yidai zongshi) (The Grandmasters) (The Grandmaster) | Año: 2013 | Duración: 130 min. | País: Hong Kong | Director: Wong Kar-Wai | Guión: Wong Kar-Wai, Xu Haofeng, Zou Jinzhi (Historia: Wong Kar-Wai) | Música: Shigeru Umebayashi | Fotografía: Philippe Le Sourd | Reparto: Tony Leung Chiu Wai, Zhang Ziyi, Zhao Benshan, Chang Chen, Brigitte Lin, Zhang Jin, Song Hye-kyo, Wang Qingxiang, Cung Le, Lo Hoi-pang, Liu Xun, Leung Siu Lung, Julian Cheung Chi-lam | Productora: Coproducción China-Hong Kong; Block 2 Pictures / Jet Tone Production / Sil-Metropole Organisation / Annapurna Pictures



A primera vista y sin profundizar demasiado, se podría pensar que en The Grandmaster el realizador Wong Kar-wai se quisiera alejar de las obsesiones que tradicionalmente pueblan su coherente filmografía -especialmente la consciencia del instante vivido o la preocupación por el binomio espacio-tiempo-, para realizar una revisión del género wuxia tradicional. Sin embargo, nada parece más lejos de la realidad, ya que es precisamente esa percepción sobre el tiempo, esta vez trasladado principalmente a la gran Historia en vez de a la pequeña historia, lo que define realmente el filme. El hecho de que existan tres montajes distintos del mismo filme para diferentes culturas audiovisuales (con significados ligeramente distintos) profundiza en esta idea, y parece deberse más a la importancia dada por Wong Kar-wai a la dimensión temporal y su concepción, que a una mera estrategia de marketing.

Se puede pensar, y con ello estaríamos llevándonos a error, que esta película es una suerte de biopic de uno de los personajes más en forma en la filmografía actual de Hong Kong (varias películas y una serie de TV en los últimos 5 años así lo atesoran) como es Yip Man (o Ip Man según las traducciones), conocido por ser uno de los principales difusores del Ving Tsun (o Wing Chun), uno de los principales estilos del Kung-Fu. Sin embargo, el género wuxia en The Grandmaster es simplemente un nuevo vehículo en el que subirse -como en su día lo fue Este contraveneno del oeste, (1994/2008)- para alejarse de las nocturnas y deshabitadas calles de las Chungking Mansions hongkongianas, omnipresentes en la filmografía del director. 

El Kung-Fu y sus diferentes estilos no son más que un ornamental atrezzo para dotar al filme de un carácter más popular y, ¿por qué no decirlo?, comercial y accesible, sin por ello perder un ápice de profundidad y reflexión. No obstante, las peleas filmadas con impresionantes y elaboradas coreografías (algunas con más de dos meses de rodaje) suponen una mirada renovada y estética del género de artes marciales, aportando al mismo una insólita estilización visual y elegancia en el montaje radicalmente distintas a las propuestas en su día por Zhang Yimou (éste último sobre el genero del wuxia pian, o lucha de espadas).

The Grandmaster supone, por tanto, una cristalización lógica del universo del genial director honkonés, en la que podemos observar la fugacidad del tiempo, la pesquisa imposible del tiempo pretérito, el amor reprimido o la entelequia en relación al binomio sujeto/espacio. La película, y por extensión los personajes, se alimentan de las imágenes generadas en tiempos pasados y, por consiguiente, de sus recuerdos. El receptor realiza, necesariamente, una parte importante de descodificación del mensaje, ya que la película no se presenta de un modo lineal tradicional sino por lapsos inconexos de tiempo (más acentuados en la versión china de la película) que recogen las vivencias de sus dos personajes principales que se contraponen; el mencionado Yip Man (encarnado por Tony Leung) y Gong Er (Zhang Ziyi). Estos lapsos temporales edificarán momentos clave (esencialmente para los protagonistas) a los que será imposible regresar cuando éstos se hayan derrumbado. Las fotografías tomadas al final de cada micro relato temporal toman en este filme una importancia relevante como catalizador de la memoria.

Y es que la contraposición constante de elementos resulta clave en el devenir del metraje, ya que facilitan al espectador la asociación de ideas o la explicación del entorno en el que se mueven los personajes. Este choque constante de elementos tenderá inevitablemente hacia la utopía de la unión entre ellos, pero las brechas generadas por el inexorable paso del tiempo junto con los fantasmas del pasado provocará que dichas integraciones resulten quiméricas.

En un primer término se hace presente el antagonismo entre la filosofía del norte y del sur de Hong Kong, dos filosofías esencialmente distintas, dos vectores que componen los distintos estilos del arte del Kung Fu -uno vertical representado por el Ving Tsun (practicado por Yip Man) y otro horizontal identificado con el Ba Gua (ejercido por la familia Gong)-. La misión integradora llevada a cabo durante tiempo por el sifu Gong Yutian (Qingxiang Wang) y padre de Gong Er debe tener su continuación en el nuevo sifu elegido en el sur, Yip Man, para conseguir una completa fusión de las técnicas del Kung Fu. La intromisión de la Gran Historia, concretamente la Segunda Guerra chino-japonesa, impedirá este objetivo -aquí aparece otra confrontación de tintes históricos, el Kuomintang de sur (del que Yip Man llegó a formar parte en la realidad) contra las tropas japonesas instauradas en el norte-.

Una segunda capa la constituye la platónica relación amorosa entre Yip Man y Gong Er que se inicia, cómo no, en la congelación de un instante en el combate entre ambos, un cruce eterno de miradas que quedará en el recuerdo y perturbará la vivencia de ambos. Una relación frustrada que se quedará en poéticas cartas, el deseo y, sobre todo, el recuerdo, arrastrando al espectador hacia terrenos conocidos e íntimos de su imaginario personal. Esta exploración de los lugares reprimidos de nuestro consciente representa una constante en la obra de Wong Kar-wai y alcanza, probablemente, su punto más álgido en el binomio Deseando amar (2000) / 2046 (2004). La historia ente Yip Man y Gong Er representa la historia que nunca pudo ser, la elección nunca hecha, la constante duda por saber si hemos seguido el camino correcto.



La perfección de un estilo

La obra de Wong Kar-wai se hace necesario analizarla como un todo en que se dan cabida todas las reflexiones del director, que busca explorar la ramas más recónditas y personales de nuestra mente, consiguiendo una implicación emocional del espectador muy elevada. Una obra principalmente sensorial, en la que se le dota de mayor importancia a la experiencia visual y sonora sacrificando la complejidad de la trama.

A diferencia de otras películas del director honkonés, la trama en The Grandmaster esta menos limitada, aunque continua siendo un filme donde las sensaciones ocupan un papel primordial (casi principal). Esta ampliación de la trama se debe a la utilización, por vez primera, de un personaje real para reflejar el universo extremadamente sensorial de Wong Kar-wai. Un personaje que debe moverse en un terreno más conocido, real y enmarcado en la Gran Historia que se narra en el filme. El director se nutre de imágenes de archivo coloreadas, confeccionando una mezcla de alquimista entre la ensoñación poética de la memoria y la adecuación a su universo visual, algo que ya había experimentado en el metraje final de Deseando amar.

Historias entremezcladas, reflexiones sobre el tiempo no recuperado, la captación de momentos pasajeros (uso del ratentí), amores frustrados, la imprecisión de espacios y la utilización de estos como  identidad de los propios personajes o el significado de la constante lluvia más allá de un elemento estilístico son todos ellos elementos claves en la obra del maestro honkonés que se reúnen en The Grandmaster, conformando una pieza más del complejo puzzle que constituye la constante búsqueda de la perfección de su estilo característico y personal.








jueves, 2 de enero de 2014

Las trece películas del 2013

Se acabó un 2013 malo a nivel social, económico y político, pero prácticamente insuperable en cuanto a calidad cinematográfica. Este ha sido el año de la consolidación del "otro cine español", propuestas arriesgadas que rompen los cánones establecidos en la débil industria española. También ha sido el año de despegue de un espacio cultural tan importante como es la Cineteca del Matadero, que se postula como medio alternativo de difusión para las películas que tienen más difícil su acceso a las salas convencionales. Además, hemos podido disfrutar de los últimos trabajos de directores de renombre como Michael Haneke, Terrence Malik, Lars Von Trier, Hong Sang-soo, Hirokazu Koreeda, P.T. Anderson, Asghar Farhadi, Quentin Tarantino o Abdel Kechiche, a la vez que asistimos a la confirmación de directores que habían hecho ruido con sus primeros trabajos. Es el caso de Jeff Nichols, Xavier Dolan, Steve McQueen o Derek Cianfrance.

Como ha sido un año fantástico en cuanto a cine se refiere (de los mejores que un servidor recuerda) proponemos desde Cine VOSP las trece mejores películas del 2013:



13.- El Muerto y Ser Feliz (Javier Rebollo)

En el último puesto del ranking, una película complicada por su novedosa voz en off, que relata las desventuras de un antihéroe magistralmente encarnado por José Sacristán. La historia del asesino a sueldo que no es capaz de matar. Ver crítica completa


12.- Laurence Anyways (ídem, Xavier Dolan)

El jovencísimo director canadiense Xavier Dolan muestra aquí una deslumbrante madurez al retratar la vida de un profesor de instituto que se rebela contra su propio mundo para mostrarse como lo que realmente es: una mujer en el cuerpo de un hombre. Dolan mezcla a la perfección la música clásica con canciones de tono hortera de los años 80, así como distintos tipos de lenguaje audiovisual con una maestría ejemplar y resultado convincente.


11.- Only God Forgives (Sólo Dios perdona, Nicolas Winding Refn)

Tras el éxito de crítica y público que supuso Drive (2011), el director danés vuelve a contar con el actor Ryan Gosling en este filme, que guarda estrecha relación con Valhalla Rising (2009) y Bronson (2008) y no tanto con Drive, como en un principio podía parecer. Una oda a la violencia y al comportamiento errático del ser humano que sólo puede ser redimido por Dios. Luces de neón y mucha sangre para uno de las películas más psicodélicas del año que tiene como referencia los grandes mitos griegos.


10.- Mattherhorn (ídem, Diedrik Ebbinge)

Ópera prima del director holandés que acomete contra las rigideces sociales y la necesidad de liberación de uno mismo como único camino hacia la felicidad y la realización personal. Fotografía de tonos pastel en un pequeño pueblo danés, crítica ácida a la religión y toques surrealistas heredados del mejor cine de Buñuel son los principales atributos de está película que mereció más en la pasada SEMINCI de Valladolid.


9.- La Herida (Fernando Franco)

Otra ópera prima que se cuela entre lo mejor del año, y es que la película de Francisco Franco (reputado montador) retrata a la perfección (con la ayuda de la interpretación magistral y sin fisuras de Marian Álvarez) el día a día de una persona con transtorno borderline. La mejor película española del año. Ver crítica completa


8.- The Hunt (La Caza, Thomas Vinterberg)

Un reflexivo drama sobre el poder del pensamiento en masa que también realiza una afilada crítica a los convencionalismos de la sociedad danesa. Excelente Mads Mikkelsen en un papel que le confirma como uno de los mejores actores del momento. Seria candidata al Óscar a la película de habla no inglesa en este 2014 por Dinamarca. Ver crítica completa


7.- Spring Breakers (ídem, Harmony Korine)

Inclasificable película de Korine que ha generado una elevada controversia, unos por considerarla vacía de contenido y otros por una pequeña obra maestra del exceso y la ironía. Provocadora, electrizante y epiléptica, la película de Korine relata el verano de cuatro adolescentes que deciden salir de su rutinaria vida y vivir intensamente las vacaciones de primavera (Spring Break), rodeadas de excesos, bikinis, sexo y drogas.


6.- Before Midnight (Antes del anochecer, Richard Linklater)


Nueve años han pasado desde que nos dejaron en el aire el futuro de Céline (Julie Delpy) y Jesse (Ethan Hawke) en aquel maravilloso reencuentro que supuso Antes del Atardecer. Ahora están casados, con dos niñas y los problemas de la monotonía y erosión del tiempo hacen sus agresivas apariciones. Richard Linklater realiza otra fantástica película a golpe de largos planos secuencia y afilados e ingeniosos diálogos. Los actores, excepcionales, como de costumbre. Ver crítica completa


5.- Da-reun na-ra-e-seo (En otro país, Hong Sang-soo)

Una historia de amor entre una sofisticada mujer europea y un socorrista coreano relatada desde tres puntos de vista distintos, con elementos que se entremezclan en las tres historias. Una reflexión sobre lo foráneo, la búsqueda de un camino vital,  la aceptación de uno mismo, botellas de soju y un faro, componen esta grandísima película de uno de los mejores directores de la actualidad. Ver crítica completa


4.- Tabú (ídem, Miguel Gomes)


Tabú es un homenaje el CINE con mayúsculas. A las historias de antes, al cine de aventuras, al cine mudo,  a Murnau, etc. Dos películas en una que reflejan dos etapas distintas y contrapuestas de la misma persona. Una película cargada de confrontaciones (forma, historia, narración, etc.). Un viaje absolutamente delicioso. Ver crítica completa


3.- The Master (ídem, Paul Thomas Anderson)

Introspección a los estados mentales de los protagonistas de esta historia, que relata la necesidad de pertenencia a un grupo y la quebrantabilidad mental de ser humano. Enfermiza banda sonora de Jonhy Greenwood, magistral trio de actores (Amy Adams, Joaquim Phoenix y Philip Seymour Hoffman) y soberbia dirección de P.T. Anderson, una vez más. Ver crítica completa


2.- La Vie d'Adèle (La vida de Adele, Abdellatif Kechiche)


Qué se puede decir a estas alturas de esta película que ha generado tanto debate crítico. El despertar sexual de una joven adolescente de 17 años se convierte en un profundo estudio sobre las relaciones sentimentales con sus pasiones y desencantos, con sus besos y discusiones. Una película que seguirá dando qué habar durante mucho tiempo. Ver crítica completa


1.- Amour (Amor, Michael Haneke)



La mejor película de 2013 (y, junto con Deseando Amar y Mulholland Dr., de lo que va de siglo XXI, a mi parecer) es la premiadísima obra del director austríaco Michael Haneke. El amor visto desde su óptica más dura, cuando se agotan todas las etapas (pasión, monotonía, convivencia) y sólo queda el respeto y dignidad para no morir solos. Película sin trampas (se avanza el final para no manipular al espectador) que explora la enfermedad terminal de una mujer (Emmanuelle Rivá) y los cuidados que debe realizar su marido (Jean-Louis Trintignant). La mejor película del año, que cuenta también con las dos mejores actuaciones del 2013. Ver crítica completa



Han quedado fuera excepcionales películas como Django Unchained, Una familia de Tokio, De tal padre tal hijo, Weekend, La casa de Emak Bakia, Blue Valentine, Bestias del sur salvaje o Searching for Sugar Man, todas ellas merecedoras de entrar en las listas de lo mejor del año.