domingo, 27 de octubre de 2013

La vie d'Adèle - Chapitre 1 & 2 e (La Vida de Adele, Abdellatif Kechiche, 2013)

Dulces diecisiete

by Daniel Reigosa



Título original: La vie d'Adèle - Chapitre 1 & 2 (Blue Is the Warmest Colour) | Año: 2013 | Duración: 180 min. | País: Francia | Director: Abdel Kechiche (AKA Abdellatif Kechiche) | Guión: Abdel Kechiche (AKA Abdellatif Kechiche), Ghalya Lacroix (Novela gráfica: Julie Maroh) | Música: Varios | Reparto: Adèle Exarchopoulos, Léa Seydoux, Salim Kechiouche, Mona Walravens, Jeremie Laheurte, Alma Jodorowsky, Aurélien Recoing, Catherine Salée, Fanny Maurin, Benjamin Siksou, Sandor Funtek, Karim Saidi | Productora: Wild Bunch / Quat'sous Films / France 2 Cinema / Scope Pictures / Vértigo Films / RTBF / Canal + / CNC



La Vida de Adèle es, sin lugar a dudas, la película que más controversia está generando en el panorama actual cinematográfico y sobre la cual se centra uno de los debates críticos del momento. El filme de Kechiche irrumpió en Cannes como un elefante en una cacharrería, llevándose la Palma de oro a mejor película y mejor actriz (premio compartido entre las dos actrices protagonistas), premios ambos celebrados por crítica y público.

Desde entonces, tanto las declaraciones de las actrices en contra de la manera de dirigir del director, las escenas de sexo lésbico explícito, así como una publicación por parte de Julie Maroh (autora del cómic original "El Azul es un Color Cálido" en el que se basa la película) en su blog, han alimentado los debates de la crítica a nivel mundial. Revistas como Film Comment o Cahiers du Cinema han publicado recientemente textos en torno a la película, destacando o rechazando las cualidades polémicas de ésta, lo que ha llevado a generar una gran expectación entre el público.

La película no basa su fuerza en el guión, el despertar sexual de una adolescente de 17 años, una historia mil veces contada (de peor o mejor forma) en el cine, sino en su forma. El cine americano y europeo de los 70 (un buen ejemplo sería Jean Eustache) ha retratado la psicología adolescente y su apertura al placer sexual, representando un género en sí mismo (y que sigue siendo tema recurrente en la cinematografía mundial actual, sirva de ejemplo Larry Clark o, más recientemente, el jóven director canadiense Xavier Dolan), sin embargo, pocas veces se ha retratado una historia de amor adolescente (obviamos aquí si es homosexual o no) con la intensidad, pasión y realismo con la que el director tunecino aborda los devenires de Adèle (Adèle Exarchopoulos).

Abdel Kechiche basa todo el éxito de su película en tres pilares: la dirección, la intensa generosidad de sus actrices y la fotografía, combinándolos en una armonía de 180 minutos en la que cada elemento parece querer luchar para destacar sobre los demás, en una danza de ejecución perfecta. La dirección es soberbia, muestras sus cartas e intenciones desde el primer minuto, en el que nos damos cuenta de que la cámara va a acompañar a Adèle, y solamente a ella, recorriendo palmo a palmo su juvenil cuerpo, estimulando todos los sentidos del espectador. La vemos comer, la vemos dormir, la vemos oler, tocar, sentir y disfrutar mientras la cámara se encarga de transmitirnos esas sensaciones amplificadas, a través de una subjetiva mirada de la protagonista o mediante primerísimos primeros planos de su cuerpo (especialmente de su boca).

El segundo pilar de la película lo conforman sus generosas actrices (ambas ganadoras de la Palma de Oro en Cannes) que aportan un frescor inusitado a la cinta, dotándola de veracidad y realismo (sin entrar en el polémico tema de la dirección de actrices por parte de Kechiche). Excepcional está Adèle Exarchopoulos, que aguanta con maestría el sinfín de primeros planos que le otorga el director, recayendo sobre la joven actriz todo el peso de la película y excepcional también está Lea Seydoux, en el papel del deseo de Adèle, mostrándose segura y protectora. Por mucho que las actrices usasen vaginas protésicas, la intensidad y autenticidad del acto sexual elimina cualquier debate sobre la falta de asesoramiento en relación al sexo lésbico, resultando unas escenas de una necesidad abrumadora para el resultado de la historia. El espectador se pierde entre los cuerpos de las protagonistas, entre sus placeres y gemidos, filmados con precisión pero sin necesidad de recurrir a lo grotesco. No obstante, el grado de implicación de las actrices es tal, que una escena de sexo es superada en intensidad dramática por la de la ruptura de la pareja, una secuencia sobrecogedora de escasos minutos, de la que cuesta seriamente recomponerse.

La fotografía juguetea de manera muy sutil con la gama de colores del azul y el amarillo, tergiversando su significado cromático tradicional (como ya se hacia en el cómic). Los deseos de Adèle aparecen representados en azul, así como su estado de ánimo. Durante el capítulo 1 de la película (está rodada en 2 capítulos como si de dos películas complementarias se tratase) apenas existen planos en los que no haya un elemento destacando en color azul: un bolígrafo, la ropa de los alumnos de la escuela, paredes, ventanas y, por supuesto, el pelo de Emma (Léa Seydoux), cuya primera aparición en pantalla resulta crucial para el insatisfactorio mundo de nuestra protagonista. El impacto del azul en este encuentro es casi religioso, místico, como si de una aparición se tratase. El pelo teñido de Emma se vislumbra desde una multitud aburrida como una salvación, una solución a todos los problemas y dudas que acechan a Adèle. No hay nada gratuito en un filme cargado de sutilezas.

Todo cambiará en el segundo capítulo, anunciado de manera muy sugerente mediante el cambio de look de Emma, en un plano que parece no desentonar con lo anteriormente vivido. En él advertimos un pequeño cambio, la habitación está iluminada de un amarillo intenso y, a medida que avanza el plano secuencia, vemos que Emma tiene el pelo rubio, su color natural. A partir de este punto, los tonos amarillos se harán cada vez más presentes en la paleta de colores del filme, aunque los azules permanecerán para expresar los sentimientos de Adèle (la pared de la escuela donde trabaja es azul, así como su ropa). El azul volverá a ser importante en tres momentos cruciales de esta segunda parte: el momento en que Adèle y Emma se citan en un bar para intentar reconciliarse (Emma aparece tras un azul intenso mientras Adèle lleva un ajustado vestido azul); el momento de la playa en el que Adéle parece aceptar su situación (se sumerge en el agua que, poco a poco, va adquiriendo tonos azules cada vez más intensos); y el final, en el que la vemos con un elegante vestido azul mientras la cámara se queda inmóvil y la deja marchar. Adèle ha dejado de ser una niña, pero en el camino ha vivido un carrusel de emociones que la han llevado a amar (a los demás y a ella misma) y ser amada, a sentir el placer más intenso y la ansiedad más profunda, a pasar de la inocencia juvenil al dolor de las experiencias... y nosotros lo hemos vivido con ella.

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