miércoles, 23 de octubre de 2013

Fiesta del Cine. Entradas a 2,90€, una doble lectura.

Con motivo de la Fiesta del Cine los días 21, 22 y 23 de octubre, la inmensa mayoría de las salas de exhibición españolas han puesto a la venta sus entradas para todas las películas de cartelera y sesiones a 2,90€ consiguiendo el lleno absoluto (800.000 espectadores entre lunes y martes), con lo que se reabre el debate sobre el precio de la entrada de cine y las dificultades de acceder a la cultura en nuestro país.

Es cierto que las decisiones políticas están condicionando a la industria cinematográfica española (y a la cultura en general), a la que dejan poco margen de fijación de precios. Recordemos que el 25% del precio final de una entrada corresponde a impuestos (21% de IVA mientras que en Francia el IVA del cine se acaba de bajar al 5%). No obstante, y este es un tema aparte, sobran intermediarios en la cadena de exhibición de una película, que debería estar menos condicionada a factores no controlables.

Las declaraciones de nuestros inspirados políticos tampoco ayudan, como la del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que achacó recientemente la crisis del sector a la calidad de las películas españolas, todo un ejemplo del "buen hacer político" del que viene haciendo gala este Gobierno (y el anterior) o las del Ministro de Cultura, José Ignacio Wert que continúa sin posicionarse con claridad en relación a la excepción cultural propuesta por (¿quién si no?) Francia. 

Tampoco contribuye a una recuperación de la industria cinematográfica el recorte de más del 12% del Fondo de Garantía Cinematográfica, organismo del que salen las ayudas para la producción de cine, o el inexistente apoyo del Gobierno para la remodelación y reconversión de las salas españolas, razón por la que se estima que cerca de 900 salas deberán cerrar en los próximos meses al no poder digitalizar sus espacios (cabe señalar que el resto de países europeos sí han ayudado parcial o totalmente a esta reconversión).

Pero no es menos cierto también que la industria cinematográfica no ha sabido competir en este mercado. Ni productoras, ni distribuidoras, ni exhibidoras han sabido adaptarse a la situación actual, modernizando sus estrategias de venta y promoviendo la afluencia a las salas de una manera más directa, con una mayor relación con el público.

Y aquí es dónde radica el debate. Se ha culpado demasiado a políticos e industria (sin querer quitarles el "mérito" de la situación actual) con el resultado final de que la gente no va al cine porque es muy caro. Lo siento señores, no me lo acabo de creer. Es cierto que la gente consume mucho cine (lo prueba el incremento gradual año a año de las descargas de películas online) y que cada vez las salas están más vacías, pero no creo que sea la culpa (exclusivamente) de los precios de las entradas. 

Aquí entra en juego la trampa española, la de echar la culpa a los demás. Antes de seguir, comentar que en el precio de la entrada no van incluidas ni las palomitas ni la cocacola por si alguién lo dudaba, así que eso de que la entrada de cine cuesta 15€ no vale como argumento, igual lo que está caro son las palomitas y los refrescos (que, por cierto, no hacen ninguna falta para ver una película). 

Escucho a mucha gente quejarse por los precios del teatro, los libros, los discos y las entradas de cine, pero no son tantos los que protestan por copas de mala calidad a 8-12 euros en los locales de moda y no nos duelen 40€ por noche de sábado entre entradas a pubs (algunas más caras que las salas de cine) y consumiciones varias. Tampoco escatimamos al comprar la última moda en aparatos tecnológicos de una industria que nos toma el pelo constantemente (el que esté libre de pecado que tire la primera piedra) o por pagar nosecuantos euros al mes por ver fútbol y toros, pero sin embargo he oído múltiples quejas a la decisión del Caixa Forúm de Madrid de cobrar la entrada a 4 euros para acceder a las exposiciones.

En Madrid se puede ir al cine por muy poco dinero, sirva como ejemplo la Filmoteca (a 2,50€ y 2€ con el bono de 10 sesiones) o, con una oferta más actual, la Cineteca del Matadero (3,50€). Tanto los cines Renoir como los Verdi hacen descuentos a los socios (compensa hacerse socio) para que el cine cueste entre 4 y 6€ todo el año, y todo esto sin contar los múltiples bonos que ofrecen los cines comerciales, desde los Cines Box hasta los Cinesa o los Yelmo Cineplex. Estamos hablando de sólo 2 euros más de lo que la Fiesta del Cine ofrece, y todo esto sin esperar largas colas.

Creo que la gente se equivoca al calcular el precio de la entrada en la semana del cine. Una media de dos horas de espera en los Cines Princesa de Madrid el lunes (y supongo que similar en el resto de salas) para acceder al cine. Eso también hay que sumárselo a la entrada. Yo personalmente prefiero pagar 5-6 euros y no esperar cola que pagar un precio reducido de 2,90€ y tardar más de dos horas en entrar a ver una película que, a lo mejor, no es la que quería ver en un principio. El lunes escuché una conversación en la cola entre dos chicas que me chocó bastante, de la que reproduzco una parte:

- Chica 1: llevo más de dos horas en la cola (eran las 20:00)
- Chica 2 (que acababa de llegar): Qué vamos a ver?
- Chica 1: la que quede, a mi me da igual con tal de entrar
- Chica 2: Yo no sé ni lo que echan

Tras escuchar esta escalofriante revelación, me fui al final de la cola (sin exagerar unos 200 metros de cola que daban la vuelta a la plaza de los cubos y seguía por la calle Princesa) y le pregunté al último que a qué sesión quería ir y me contestó que a la de las 22:30 porque a la de las 20:30 era imposible. Decidí volverme a casa.

La principal conclusión que saqué es que a la gente se la trae al pairo el cine, lo que vaya a ver, lo importante era aprovechar el descuento, porque en eso sí que somos buenos, compramos lo que sea mientras esté con descuento o nos regalen algo. Estoy completamente seguro de que si regalasen un bocata de chorizo con la entrada los cines se llenaría igual o, lo que es peor, si rebajasen los precios de espectáculos que no nos interesasen lo más mínimo iríamos con tal de aprovechar el descuento y no quedar como unos pardillos.

Por cierto, es destacable también que la cola para comprar palomitas no era mucho más pequeña que la de comprar entradas y eso que las palomitas no estaban de promoción con lo que, al final, el precio último pagado por un usuario medio fue mucho más elevado que el que suelo paga yo normalmente. Por un lado los 2,90€ de la entrada, más los 7€ de palomitas y refresco, más el coste de estar dos horas esperando, que es mucho más elevado que todo eso.

Por lo que entiendo que la solución no está en poner las entradas a 3€ (dudo que si las entradas estuviesen permanentemente a 3€ el porcentaje de gente que va al cine se incrementase considerablemente), la gente es cómoda y prefiere ver las películas en casa. La solución tiene que venir de todos los lados. Del lado de la política se le deberían poner menos trabas a la cultura, elemento fundamental de la identidad de un país. Del lado de la industria, se deberían crear estrategias más imaginativas para acercar al público a las sala. Del lado del espectador poniendo más interés y haciendo un esfuerzo en lo que realmente merece la pena. Y, por último, del lado de los medios de comunicación e información en general, recuperando la figura del crítico cinematográfico comprometido y los programas de televisión y radio de difusión cultural (en la TV apenas queda Dias De Cine y con reducción de contenidos y horarios cada vez más complicados).

No echemos balones fuera, no vamos al cine porque no queremos ir y punto. Como bien decía un amigo ayer (Alberto Zarzosa), si queremos que Ana Botella hable inglés correctamente igual deberíamos empezar por hablarlo nosotros mismos. Es una cuestión de intereses.

El cine a 2,90€ está bien, pero no es la solución. Escojamos lo que valga la pena, luchemos por el cine de calidad y dejemos de tiranizar a los demás poniéndonos constantes excusas por las que no ir al cine. Las cosas cuestan y, por supuesto, la cultura (aunque existe y debe existir cultura gratuíta) también.

Y diciendo esto, me marcho a la Cineteca, que hoy debe estar vacía ante la vorágine de público que abarrotará las salas comerciales en el último día de la Fiesta del Cine.

1 comentario:

  1. Querido Daniel puedo ver la jarra de agua fría que ha caído sobre tu sesera. Lamentablemente a la mayoría de la gente se la trae floja lo que ve, lo que escucha, lo que come, lo que bebe, lo que estudia, lo que vota, etc. De un tiempo a esta parte la sociedad se ha caracterizado por esa dejadez y pérdida de entusiasmo por lo que le ofrece la sociedad que le rodea. Son sólo unos pocos los exigentes con lo que consumen y me temo que esos pocos pueden no hacer funcionar un negocio, sobre todo si la calidad no es la esperada.

    Estoy contigo en que la solución no es bajar el precio. La solución, siempre, es educar desde pequeños, en ser curiosos y exigentes con lo que nos gusta....el resto vendrá sólo.

    Ahora si quieres hablamos de Wert ;)

    ResponderEliminar