viernes, 4 de octubre de 2013

La Herida (Fernando Franco, 2013)

La calidad no entiende de presupuestos

by Daniel Reigosa




Título original: La herida | Año: 2013 | Duración: 98 min. | País: España | Director: Fernando Franco | Guión: Fernando Franco, Enric Rufas | Fotografía: Santiago Racaj | Reparto: Marian Álvarez, Ramón Barea, Manolo Solo, Rosana Pastor, Andrés Gertrudix, Ramón Agirre | Productora: Elamedia Inc./ Encanta Films / Etb (Euskal Telebista) / Kowalski Films / Pantalla Partida Producciones



El cine independiente español está de enhorabuena. Mientras las grandes producciones intentan asemejarse cada vez más a la industria americana, copiando al pie de la letra productos insulsos (aunque lejos del éxito comercial de éstos), el cine independiente español está emergiendo con fuerza. Autores jóvenes, con presupuestos mínimos unido a cineastas más consagrados pero con algo realmente interesante que contar (Jaime Rosales, Javier Rebollo, Manuel Martín Cuenca o Pablo Berger por citar a algunos) están tejiendo las bases de un cine español de autor de calidad.

Se trata de un cine personal, en su mayoría, revestido de realidad, muy cercano al género documental, de bajo presupuesto, con presencia elevada de actores semi-profesionales, en algunos casos amateurs (P.ej. Arraianos de Eloy Enciso) y que ofrecen alternativas serias de distribución a las salas convencionales. Es el caso de Cinetecas, Filmotecas, Museos de Arte Contemporáneo, centros culturales o plataformas digitales.

Dentro de esta "nueva realidad", de la que tratan profundamente los números de Septiembre de las revistas "Caimán CdC" y "Dirigido por...", podemos destacar películas como "Los Ilusos" de Jonás Trueba (con distribución propia), "História de la Meva Mort" de Albert Serra (ganadora del Leopardo de Oro en el pasado Festival de Locarno), "Los Chicos del Puerto" de Alberto Morais (seleccionada para la sección oficial del Festival de Toronto), La Casa de Emak Bakia de Oskar Alegría (sección oficial del BAFICI) o La Herida de Fernando Franco (mención especial del Jurado y Concha de Plata a la mejor actriz en el 61 Festival de San Sebastián). Ésta última se estrena en cines este viernes (4 de octubre) con pocas copias pero con las expectativas muy altas tras lo éxitos conseguidos y buenas críticas cosechadas.


La Herida (Fernando Franco, 2013) respira una madurez impropia de una ópera prima -probablemente se deba a que su director no es nuevo en esto, sino que ha trabajado como montador durante más de una década con títulos a sus espaldas de la altura de Blancanieves o Alacrán Enamorado-. Se trata de un filme estudiado, honesto y sincero como pocos, en el que se puede observar detrás un exhaustivo estudio sobre el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) o síndrome borderline.


Ana (excepcional Marian Álvarez) es una chica cercana a la treintena que vive en casa de su madre. Sus padres están divorciados y lleva una vida aparentemente normal. Es buena en su trabajo pero tiene serias dificultades para relacionarse, excepto con un amigo on-line, que parece ser el único que la entiende. Padece el síndrome borderline...pero ella no lo sabe.

La película ofrece un viaje al espectador al lado de Ana, en su día a día sin abandonarla ni un sólo segundo. Los planos se centran simple y llanamente en ella, no importa nada más, hasta los fondos están intencionadamente fuera de foco para que sólo nos fijemos en su persona. Se muestra cómo piensa, por qué se comporta de cierta manera e incluso la vemos dormir y comer (o más bien, "malcomer"). No se le juzga en ningún momento y no se revelan datos del pasado que puedan condicionarnos nuestro pensamiento sobre Ana. 

Tampoco se dan pistas sobre el lugar en el que vive, ni el año en el que estamos, no importa... simplemente la acompañamos durante, aproximadamente, un año de su vida. Observamos su relación con Jaime (su compañero de trabajo que parece entenderla a la perfección), con su madre (que toma la decisión fácil de ignorar el problema), con su novio (que está harto de sus cambios de humor) e incluso la relación con su padre (en una magistral escena en la boda de éste con su nueva mujer). No se dan detalles, simplemente vemos lo que Ana ve en ese momento. Contemplamos también sus heridas, en unas escenas sobrecogedoras. No se siente a gusto en el mundo, pero no se atreve a quitarse la vida.

Dos elementos claves en la película son la relación con la infancia y tratamiento de la película sin tener en cuenta la parte médica. Sobre la infancia, comentar que los TLP pueden estar asociados a trastornos y desorganización en la infancia (muchas veces se trata de duelos no resueltos a causa de pérdidas o acontecimientos traumáticos), por lo que la película hace especial hincapié en la relación de Ana con su etapa infantil, la vemos durmiendo en una habitación impropia para alguien de su edad (llena de pegatinas, con una lámpara de delfines, etc...)y con una relación distante y evasiva con su madre. Por otro lado, la decisión de no afrontar la enfermedad desde un lado clínico viene, según palabras del director, del hecho de que Ana no es consciente de su enfermedad. Tratar el tema desde un punto de vista médico apartaría al espectador de su relación con la protagonista, cambiaría su mirada sobre ella, de una manera probablemente más distante.

Por último, destacar la impresionante labor técnica. Cámara en mano y escasa profundidad de campo son la tónica de toda la película que nos sorprende con escenas como la de la boda de su padre o en la que Ana entra en una discoteca para escapar un rato de la presión del mundo en el que vive y no entiende. La interpretación de Marian Álvarez, lejos de ser contemplativa con el personaje, es magistral a la par que difícil, todo un regalo. Sentimos lo que siente Ana, sufrimos con ella y nos duelen las heridas tanto o más que a ella, incluso llegamos a justificar su comportamiento volátil.

Sin duda una de las mejores películas de este año. Se echa en falta un cine tan sincero y honesto, sin trampas, un golpe de realidad que nos sacuda violentamente en este mundo extraño en el que vivimos, por medio de otras personas y es que, en el fondo, todos tenemos algo de Ana.

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