viernes, 24 de mayo de 2013

Stoker (Park Chan-wook , 2013)

La potencia visual sin guión no sirve de nada by Daniel Reigosa





Título original: Stoker Año: 2013 Duración: 98 min. País: Estados Unidos Director: Park Chan-wook Guión: Wentworth Miller Música: Clint Mansell Fotografía: Chung-hoon Chung Reparto: Mia Wasikowska, Matthew Goode, Nicole Kidman, Jacki Weaver, Dermot Mulroney Productora: Fox Searchlight Pictures / Scott Free Productions



Nota VOSP: 4,0




Ya es una costumbre que a los directores de más peso en Europa y Asia se les ofrezca un proyecto ambicioso (me refiero a más dinero) para revitalizar el decadente y sin ideas universo Hollywood, y también es costumbre que estos proyectos fracasen estrepitosamente, sobre todo a nivel de calidad, (no tanto de taquilla), recordemos casos como el de Michael Haneke y su horripilante remake de la inquietante Funny Games. Exceptuando a Ang Lee, reciente ganador del Óscar a mejor director por La Vida de Pi (Life of Pi, 2012), cuyo lenguaje se acerca más a lo demandado por el gran público, sin tener que fallarse a sí mismo. 

Tras la repercusión que generó en su día Oldboy (2003), Hollywood se encaprichó de este director que convertía la violencia en un espectáculo de color y buen gusto -no deja de ser curioso que a la vez que el director coreano estrena nuevo proyecto bajo la producción americana, un director americano (Spike Lee) se lance a hacer un remake de Oldboy-. 

Pues Park Chan-wook ha hecho exactamente lo que se esperaba que hiciera (o por lo menos yo), es decir, una buena película en el plano visual (en eso los coreanos son auténticos maestros, no hay más que revisar la filmografía de Kim Ki-duk), pero floja en lo demás. 

La película genera un clima muy interesante, atemporal (cuando crees que está ambientada en los años setenta te sorprende con un teléfono móvil), con una desaturación de los colores muy acertada. La potencia de ciertas escenas es arrolladora y la genialidad del director queda patente en algunos cambios de escena absolutamente geniales y realizados con un gusto exquisito. El uso del sonido como narración, muy al estilo de Darren Aronofsky, es una delicia y te mete en las escenas sin darte cuenta. Genial la escena de la cena con su tío mientras beben una copa de vino o la sensual escena de la ducha.

Y hasta aquí las virtudes, ya que el resto flojea por todos los lados, empezando por el guión, muy previsible y mal construido.  En este aspecto, el novato Wentworth Miller (más conocido por su papel de hermano guapo de Prison Break) tiene mucha culpa, le falta consistencia y, sobre todo, ritmo. En la película no hay espacio para la imaginación, te lo dan todo masticado y eso es un error gravísimo en una película de este género.

La película no consigue enganchar (por lo menos a mi, ya que estoy leyendo críticas bastante favorables), te deja frío y encima los actores no ayudan demasiado -Nicole Kidman aparte, que después de las miles de operaciones ya no se sabe si ríe o llora-. Una decepción del un director del que se podía esperar más, ya que su lenguaje es muy del estilo del gran público y que tras lo visto en Oldboy podría dar mucho juego en la sosa industria hollywoodiense pero, eso sí, en Oldboy contaba con un guión.


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